El miedo es una emoción básica que todos experimentamos. La Psicóloga chilena, Paula Uribe, propone diversos pasos para ayudar a nuestros hijos a manejar su miedo. Nos explica cuándo es normal sentir esta sensación y cuándo se puede transformar en un problema.
El miedo es una emoción básica que todos experimentamos. La Psicóloga chilena, Paula Uribe, propone diversos pasos para ayudar a nuestros hijos a manejar su miedo. Nos explica cuándo es normal sentir esta sensación y cuándo se puede transformar en un problema.
Primero definamos ¿Qué es el miedo?
El miedo según la RAE es Angustia por un riesgo o daño real o imaginario, además de recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
Podemos afirmar que es una sensación muy desagradable que te lleva a evitarla buscando la protección mediante la evitación del riesgo.
¿Y la ansiedad?
Por lo general, nuestros cuerpos deben tomar la decisión de huir o resistir únicamente cuando hay algo que temer. Sin embargo, en ocasiones, esto ocurre cuando no parece haber nada que provoque miedo; sentir miedo sin que parezca existir un motivo claro se denomina ansiedad.
Aclarando estos conceptos ¿Cómo podemos identificar cuando el miedo es normal o limitante?
El miedo es una emoción que se produce de forma automática frente a un estímulo que se nos presenta, siendo normal sentir miedo.
Sentir miedo no es un problema; la respuesta y la acción frente a ese miedo, es lo que hace que sea normal o limitante.
Mientras el niño o la persona pueda responder de forma adaptativa al estímulo, estamos hablando de una reacción normal frente al miedo.
Cuando el niño deja de vivir y desarrollarse de la forma en la que lo tiene que hacer, genera comportamientos que limitan su vida y la de su familia, y comienzan a girar en torno al miedo, entonces estamos hablando que el miedo se transforma en un problema y el miedo está siendo limitante. Un ejemplo de esto es si tienes que acompañar a tu hijo para que se duerma, o no puedes salir en la noche porque tiene mucho susto.
El problema es que a los papás nos cuesta tolerar estas emociones y reacciones. Estamos diseñados instintivamente a evitar nuestro propio dolor y el de nuestros hijos, porque buscamos la forma de “salvarlos” y “protegerlos”. Sin embargo, actuar así frente al miedo es complejo, ya que si uno salva al niño del miedo, generamos que disminuya su capacidad para tolerar esta emoción y por lo contrario le enseñamos que tiene que estar tranquilo y sin miedo para poder vivir.
Entonces el trabajo más difícil para los especialistas es mostrarle a los papás que debemos acompañar a nuestros hijos cuando lo están pasando mal, acogerlos y enfrentar esa emoción.
¿Cuál es el proceso neurológico del miedo?
El cerebro tiene distintos compartimentos. El lóbulo frontal es el lugar donde pensamos y planificamos. Por otro lado en el lóbulo temporal está la parte más primitiva del cerebro que es la parte que compartimos con todos los mamíferos: la amígdala. Cuando la amígdala se activa es porque sucedió algo que nos alerta. Entonces cuando uno se asusta, se activa la amígdala y empieza a generar una señal de alarma, y esta señal de alarma manda mensajes al lóbulo frontal. Además manda señales a todo el cuerpo para responder y prepararlo para escapar, generando distintas reacciones que son desagradables.
Por ejemplo, si por alguna situación que sucedió a partir del miedo, la persona se pone a pensar “puede pasar esto…”, “quizás no voy a tener amigos”, “quizás no me van hablar”, “van a pensar que soy tonto”, “van a pensar que soy fome”, el lóbulo frontal empieza a tratar de resolver esta situación.
El lóbulo frontal manda una señal a la amígdala que hace sonar una alarma y cumple con rescatar a la persona de la situación. Entonces la amígdala es la que dice “hay peligro”, y el lóbulo frontal acepta que hay peligro y empieza a resolver el peligro, no cuestiona la idea si hay peligro o no porque no está hecho para eso. Es por esto que es importante que alguien externo identifique si hay peligro o no, antes de llegar y hacerle caso automáticamente a la amígdala. Antiguamente cuando éramos cavernícolas la amígdala no se equivocaba, hacía sonar la alarma y no había tiempo para que el lóbulo frontal dijera “espera… déjame ver si este león realmente me puede matar”. No, antes necesitábamos salir corriendo inmediatamente.
¿Cuándo se transforma el miedo en un problema?
Cuando la persona empieza a hacerle caso siempre y pierde la libertad de elegir qué hacer, ya que cuando le da miedo, está obligada a evitar. Entonces, no solo evitará las situaciones peligrosas, sino cualquier situación que le de miedo y juzgará desde el lóbulo frontal. Por ende, la persona dejará de funcionar en torno a lo que quiere y lo hará cuando se active el miedo; para evitar el riesgo y no para perseguir su objetivo. En ese momento el miedo se vuelve limitante, controla a la persona limitando su vida. No solo controla a la persona, a veces controla a la familia completa. Por ejemplo, si una persona tiene fobia a manejar, toda la familia tiene que girar en torno a irla a buscar, a dejar, organizar de otra manera los traslados. Es en estos casos, el miedo se vuelve un problema.
Síntomas físicos de la ansiedad son
- Aumentan los latidos del corazón
- Sudoración de las manos
- Dolor de estómago
- Hormigueo en el cuerpo
Miedos más frecuentes en los niños:
Los miedos más frecuentes en los niños son a quedarse solo, a la oscuridad, a dormir solo y todo lo relacionado a estar solo, fobia escolar y miedo a los perros.
Entonces, ¡cómo podemos enfrentar el miedo?
La psicóloga especialista en el diagnóstico y tratamiento de ansiedad Paula Uribe quien trabaja en la clínica ansiedad de Chile, afirma: “Es necesario empezar a dejar de hacerle caso al miedo, dejar de ser esclavo de él y empezar a enfrentar las cosas a pesar de que el miedo haga sonar su alarma y diga “esto es peligroso”, pero poder hacerlo igual”.
Paula Uribe, propone los siguientes pasos para manejar el miedo:
- Explicar: “esto es miedo”. Es decir, ponerle nombre a la emoción frente a esa experiencia que el niño está teniendo.
- Validar: decirle que es normal y que es una situación que efectivamente da miedo. Ej.: “ir al colegio da miedo”, “es normal que te de miedo”, a un cumpleaños con varios niños que no conoces también da miedo y es normal que lo tengas y lo sientas. De esta manera, no invalidas su emoción.
- Explicar o externalizar el miedo: Es necesario explicarle lo que es. Decirle que es muy desagradable o que el miedo hace que uno piense que todo va a salir mal. Con esto intento ayudarlo a que entienda que es el miedo el que le está haciendo pensar que todo va a salir mal. Explicar el proceso del miedo: qué significa tener miedo, cómo es tener miedo. En este paso también es importante incluir los propios miedos y contarle al hijo.
- Enfrentar con objetivos claros: decirle exactamente al niño qué es lo que les vamos a exigir, teniendo claro cuánto uno como padre va a poder tolerar del sufrimiento en el niño. Poder esperar, pero sostener con seguridad que el enfrentamiento viene. En este paso el definir y poder sostener una meta es muy importante.
Es clave que la meta sea realista, concreta y más fácil de lo que yo creo que puede. Debemos estar seguros que es algo que yo puedo tolerar y que el niño puede sostener. Por ejemplo, si queremos ayudar a nuestro hijo a montar bicicleta, es importante explicarle lo que vamos hacer. Primero, se subirá a la bicicleta para conocer cómo funciona, luego lo intentaremos con ruedas atrás mientras lo sostienes y así sucesivamente. Paso a paso para que entienda, le de confianza y no suceda algo que no sea capaz de tolerar y que nosotros no sepamos cómo manejar
- También es relevante identificar cuándo la ansiedad sube mucho, ya que debemos esperar que vuelva a bajar. Existe la curva de la ansiedad que presenta un peakque es muy claro, y cuando eso sucede debemos esperar a que baje para así seguir avanzando. Entonces hay que explicar eso que está sucediendo, contener, sostener el enfrentamiento de manera pausada e ir esperando, dando tiempo para avanzar de a poco
Para poder ayudar a un niño, hay que validar, llevarlo a enfrentar, y explicarle qué es el miedo y cómo es.
Este modelo no solo sirve cuando hay un trastorno de ansiedad y miedo, sino de forma preventiva, para que el niño tenga un mayor y mejor lenguaje emocional. Asimismo para que aprenda y entienda a reconocer sus emociones y le dé un sentido a lo que le sucede
No es necesario esperar a que el niño tenga miedo, ya que se requiere que las familias generen un espacio de diálogo en torno al miedo, donde se hable sobre los temores tanto de los padres como de los hijos y así validar el miedo.
¿Cuándo el miedo se transforma en un trastorno ansioso?
El trastorno ansioso es la respuesta excesiva, inadecuada y limitante de ansiedad, pero además está acompañada de la conducta de evitación. Es decir, el trastorno no es solamente estar ansioso, sino que es cuando hago cosas o dejo de hacer cosas respondiendo a esta sensación de ansiedad. En estos casos es importante consultar con un experto.